Algunas madres me han pedido que hable del miedo a la oscuridad, aquí os dejo algunos consejos que espero que os sean útiles.
El miedo a la oscuridad se considera un temor evolutivo, una etapa normal del desarrollo de los niños. Está asociado al desarrollo cognitivo del niño, cuando es capaz de pensar o imaginar cosas.
De hecho, uno de cada tres niños de entre tres y cinco años la teme. Esto no significa que no haya que hacer nada al respecto: se debe ayudar al niño a superarlo para que la noche sea un momento de descanso y no derive en una fobia más grave.
Surge a partir de los 18 meses de vida, pero es más habitual que aparezca desde los tres o cuatro años, y se extiende hasta los ocho o nueve años, de forma general.
¿Qué podemos hacer para ayudar al niño a superar el miedo a la oscuridad? A continuación se ofrecen algunas ideas y consejos para lógralo.
1.Habla con tu niño/a
Esto seguramente le hará sentir más cómodo. Dejar que tu niño/a comparta su miedo contigo. Pídele que te explique que es lo que lo tiene asustado y porque. Déjale que te explica como se sintió. Muéstrale tu preocupación mientras el habla de su miedo contigo. Dile que cuando tu eras niño también tuviste miedo a muchas cosas. Esta empatía definitivamente fortalecerá tu lazo de unión con tu niño ya que sabrá que a ti te importan y te preocupan sus sentimientos.
No le envíes mensajes equivocados a tu niño/a diciéndole cosas como : "Deja de ser un bebé", "No estés asustado", "Ves, tu amigo/a no tiene miedo", etc. Esto le hace sentir al niño/a que estar asustado no está bien y que debe dejar de compartir sus miedos contigo. Dile a tu niño/a que no pasa nada si está asustado/a. También, explícale que está bien que te lo haya contado y pida ayuda.
2. Juegos para vencer el miedo a la oscuridad
La mejor manera de llegar a los niños es a través del juego. Juegos en los que el niño se enfrenta a situaciones crecientes de oscuridad. Permite que, de manera gradual, comprenda que no hay ningún problema por estar sin luz.
Se pueden plantear juegos
clásicos que impliquen vendarse los ojos, como la gallinita ciega, ponerle la cola al burro, reventar una piñata, etc. Estas actividades permiten a los pequeños interactuar con el mundo sin utilizar la vista.
También se pueden hacer juegos en la semipenumbra, como
sombras chinescas. Y en la penumbra se pueden
contar cuentos o hacer juegos como reconocer objetos a través del tacto.
3. Dejar encendida alguna luz tenue
No es malo dejar alguna luz encendida, pero si tiene que ser muy tenue, que casi no ilumine. Sí se deja algo de claridad en la habitación, puede ser una lámpara o bien apliques que se colocan en la pared.
4. No encender la luz como solución
Dejar una luz tenue no implica que los adultos enciendan la luz principal de la habitación del niño cuando se ponga a llorar. Si el pequeño se despierta asustado en mitad de la noche y llora, llama a los mayores, hay que tranquilizarle sin encender las luces.
La luz encendida alimentará el problema, pues ratificará la idea de que la oscuridad da miedo y que, por el contrario, la luz lo quita.
El niño se serenará con la compañía del adulto y con sus palabras. Solo cuando esté calmado será momento de encender alguna lámpara.
5. Establecer rutinas relajantes
Las rutinas relajan al pequeño/a y contribuyen al buen dormir y también ayudan a reducir los temores nocturnos.
Si se transmite que ir a la cama y apagar la luz es parte de una cadena de acciones (que comienza con un baño y sigue con un biberón o un vaso de leche y un cuento), será mucho más fácil que concilie el sueño y evitará que sea asaltado por los temores.
Existen otros elementos que pueden formar parte de esas rutinas. Muchos
niños/as se relajan y se sienten confiados si duermen con un peluche. Otro consejo es arropar al pequeño/a en la cama, darle un beso de buenas noches e, incluso, contarle lo que harán juntos al día siguiente.
Los relatos también le dan tranquilidad.
6. Mostrar que la casa es segura
El niño/a suele identificar los lugares que le producen miedo. Tal vez crea que allí se oculta una persona, un animal o algún ser extraño (el habitual monstruo imaginario).
Entonces, hay que ir con él para comprobar que allí no hay nada. Los lugares más comunes que generan este efecto son el espacio
debajo de la cama, el interior del armario y los huecos detrás de las puertas.
No conviene repasar estos espacios como si se tratara de una inspección. Es mejor encontrar cualquier otro pretexto: buscar algo que no se encuentra, hacer una limpieza, jugar al tesoro escondido... Esta actividad permite comprobar que no hay nadie. Y si utiliza un juego, el sitio quedará asociado con sensaciones positivas.
7. Evitar las cosas que acrecienten el miedo
Si un niño/a manifiesta signos de temor a la oscuridad, será importante
evitar que vea películas y programas de televisión de miedo o que escuche historias que pudieran asustarlo.
Tampoco, por supuesto, habrá que burlarse de su temor o menospreciarlo.
No conviene tampoco forzarle a hacer algo que no quiera en la oscuridad -por más que sea con el supuesto fin de vencer sus miedos-, ni amenazarlo con el posible castigo de encerrarlo a oscuras en su habitación.
Por el contrario, hay que
felicitarle por sus gestos de valentía. Esta demostración de afecto le impulsará para superar su miedo a la oscuridad.
"MONSTRUO BAJO LA CAMA" DE JULIO JIMÉNEZHay un monstruo
bajo mi cama
que me asusta en la noche
y me deja sueño por la mañana.
Miro bajo el colchón,
en la funda de la almohada.
¿Dónde te escondes
que no dices nada?
Tiemblan mis manos,
el sudor moja mi cara,
rechinan mis dientes
y me protejo bajo la manta.
Levanto la alfombra,
reviso la lámpara....
¡tal vez en el armario,
o en la cortina arrugada!
El viento, con fuerza,
mueve la persiana.
Me invade el temor.
¿y si está en mi ventana?
Cuento hasta diez,
le espanto con ganas,
¡ fuera de mi pensamiento !
¡Monstruos, no valéis nada!