Había una vez un pequeño león igual al resto de los leones pero con algunas diferencias. En su cara había siempre una sonrisa enorme que hacía encontrar amigos por todas partes, ni siquiera mirándose en el agua y viendo su reflejo sentía miedo. Era capaz de reírse de sí mismo. Tenía otro problema, y es que en vez de rugidos, como a los demás leones, le salían maullidos, lo que provocaba en él y en los demás risas y más risas. Otro problema, y ese era el más grave era su mejor amiga, una cebra rayada. Todos decían que debería comérsela como un buen león (pero en eso leoncito, no podía practicar, porque lo que siente el corazón no se practica). Pero cierto día alguien le colocó una máscara terrible y desafortunadamente todo cambió.
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Este enternecedor cuento, nos enseñará a niños/as y adultos dos cosas importantes: reforzar nuestra propia identidad y autoestima imprescindible para nuestro crecimiento, asumiendo la diferencia frente a los que nos rodean. Pero al mismo tiempo nos mostrará que el odio, la ira y el terror nos aleja de los demás y descubriremos que la risa tiene magia: rompe máscaras y también se contagia……Aunque parezca una contradicción ante todo lo anteriormente escrito intentemos ser como Leoncito…
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