La Luna narra la historia de tres generaciones: el abuelo, el padre y el hijo, y de cómo éste aprende la profesión de sus antepasados.
Pero una profesión así necesita lo que parece que han perdido tanto el padre como el abuelo: ¡la inocencia! Sólo un niño es capaz de captar a la primera qué es lo que hay que hacer con algo tan grande como lo que acaba de caer. Sólo él es capaz de sorprenderse de verdad, para aprender y, mientras los padres -que también han sido hijos- discuten, él actúa.
Recuerda es muy importante ser como los niños/as para poder descubrir lo grande en las cosas cotidianas. Si no, nos perdemos el secreto de lo que hacemos todos los días.
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