Por unas matemáticas sencillas, amenas y divertidas. Mis  pequeños alumnos/as y yo disfrutamos
manipulando el cubo de Rubik en clase.
 Sus distintas combinaciones de
colores  atrapan  la atención y mejoran la percepción e imaginación. 
 Pronto descubren  que pueden 
crear diferentes figuras, lo que quieren  contar inmediatamente.
 Consigue  increíblemente que el niño/a  se concentre 
para  alcanzar su objetivo, llegando incluso  a compartirlo  para alcanzar el éxito.  Son muchos los intentos fallidos lo que les
obliga a ser más  tolerantes ante el
fracaso.
Cuando termina el  juego  son muchos los 
logros y conceptos lógico-matemáticos trabajados.
 
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